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Mostrando entradas de 2013

Dios iba de blanco (y no hablo de fútbol)

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Otra vez Navidades. Parece mentira, pero ya hace más de un año que llevo escribiendo en este blog. Procuro hacerlo todos los meses, más que nada por no defraudar a los pocos seguidores que sé que estarán esperando una entrada nueva. Y también porque aquí puedo hacer los comentarios que normalmente haría en la cena con mi familia cuando hay algo que me preocupa o me llama la atención, pero de modo más pausado y reflexivo.   El caso es que un año más estamos pensando en la carta de los Reyes, esa que cuesta tanto escribir cuando se hace en nombre de los demás y hay que adivinar sus deseos; preparando la cena de Nochebuena, la que se cocina con más ilusión y ganas porque es la primera (luego ya va estando uno cansado de tanto cacharreo); sacando los discos de villancicos del maletero, y sobre todo esa cinta de casette en la que están todos las canciones de nuestra infancia con "monstruos" como Rafael antes de que le convirtieran en zombi en el anuncio de la lotería, Man...

El club de la lucha

Vamos  caminando por  la calle, tomamos el metro o el autobús, entramos en un comercio o en un edificio oficial...cruzándonos constantemente con personas que suponemos sanas, felices y sin problemas, simplemente por el hecho de que no las conocemos. Salvo raras ocasiones en que alguien nos llama poderosamente la atención por su gesto o su apariencia, no nos fijamos en la expresión de sus caras ni en sus movimientos, y aunque lo hiciéramos, la mayor parte de las veces no nos dirían nada. (He de reconocer que alguna vez que me aburría en un viaje o que escuchaba claramente una conversación de móvil sí me he metido un poco en el mundo de algún extraño, pero mis manías o mis rarezas no tienen porqué ser las de la mayoría). Y sin embargo, todas esas personas anónimas para nosotros tienen su propia vida, con sus alegrías y sus penas, con su sufrimiento y su felicidad. Pero no llevan un cartel colgado en el que ponga "tengo jaqueca", "el hígado me mata" o ...

Deseo fugaz

A finales de octubre, unos días antes de que cambiaran la hora, salí de casa a las siete y media, como todos los días, muerta de sueño y con los reflejos a cero. (Menos mal que mi coche se sabe el camino y va el solito hasta el trabajo, porque yo a esas horas soy incapaz.) Era de noche, el cielo estaba negro y a mi alrededor brillaban las luces de los coches que iban conmigo en caravana por el puente que da acceso a la autovía. Yo tenía la radio puesta, como siempre, no sé si con música o con noticias; a esas horas da todo un poco igual, lo importante es que haya voces que le espabilen a uno. Y mientras circulaba despacio por la parte más alta de la carretera, que luego desciende a la principal, vi un fulgor en el cielo, una línea brillante que acababa en un punto más brillante aún y luego se desvanecía. ¡Qué bien! Una estrella fugaz...no había visto ninguna hasta ahora. Me pareció rarísimo que a esas horas las estrellas estuvieran dándose una vuelta por el espacio, a una hora tan p...

Rellenos de ternura

La otra tarde iba andando por una calle muy pija de la ciudad en que vivo. La más pija, podríamos decir. Me gusta pasear por ella, porque sus escaparates están abarrotados de objetos preciosos que me llenan la vista y me hacen sentir bien, aunque no los compre; la mayoría están fuera de mi alcance...esa tarde en concreto sí había comprado algo, de una forma un tanto impulsiva, pero con mucha base de sentido práctico...(era algo que necesito y que me cautivó nada más verlo. Además, me lo podía permitir, así que la decisión fue rápida). El caso es que iba yo tan contenta con mi paquete, fijándome en todo lo que ocurría alrededor, como siempre: es algo que asombra mucho a mi hija, el que pueda pasar por un lugar y percatarme de todo: carteles, tiendas, indicadores, señales, gente...(eso me ayuda luego a orientarme y a localizar sitios de los que me hablan...) Y de repente, delante de mí aparecieron dos mujeres jóvenes (muy jóvenes), una de ellas empujando un carrito de be...

El peso de la vuelta

Como quien no quiere la cosa, ya estamos a mediados de septiembre. El verano ha pasado sin sentir, a pesar de que hemos intentado aprovecharlo al máximo,  y el otoño está llamando a la puerta en forma de chaparrones imprevistos, rebequita mañanera y noches de edredón. Es el momento de la vuelta: vuelta de vacaciones, vuelta al cole, vuelta al gimnasio, "Vuelta a España"... y esa vuelta nos pesa. ¡Sobre todo, por los kilos que nos hemos traído de "suvenir"! Hay que ver qué martirio, siempre luchando con los "tres (¡!) kilitos que me sobran". Y que siempre se instalan en el mismo sitio (le han cogido cariño a esa zona de nuestra anatomía y vuelven impenitentes una y otra vez...) Pero este año he decidido ir zafándome de esos huéspedes de vaivén con filosofía. Sobre todo, porque representan lo mejor del verano: el placer de una cervecita o un delicioso vino blanco bien frío; el maravilloso tour gastronómico en que se han convertido mis vacaciones, en las...

La prisa

Hoy es quince de agosto. La Virgen de agosto en casi todos los pueblos de España. También en Madrid: la Paloma. Verbena, churros, olor a fritanga, sangría de garrafón y charanga y chunta-chunta en las Vistillas. La poca gente que queda en la ciudad está de fiesta. Los que recorren las calles abrasadoras son visitantes, turistas de paso admirando las bellezas (¿cómo se verán la primera vez, con los ojos nuevos del que llega?) que los naturales nos sabemos de memoria (eso creemos, pero casi nunca es cierto...)   "Agosto, frío en el rostro"; ya no, eso era antes del cambio climático. Ahora por estas fechas vuelve la ola de calor, y uno aprovecha la fresca para salir a dar un paseo antes de tumbarse a sudar las sábanas. Sin embargo, los días comienzan a acortarse de nuevo y ya no nos despierta el amanecer, sino que vemos el sol saliendo por el horizonte con el café en la mano. Pero lo que parece no haber cambiado aún (no sé cuánto durará) es la sensación de que en agosto tod...

Escuela de calor

Hace calor. Mucho calor ¿Ola de calor?   Estamos a 6 de julio. Son las cuatro de la tarde. El termómetro de mi salón marca 30 grados. La ventana está entornada, el toldo echado, la persiana bajada y el visillo corrido, pero aún así puedo escuchar a los pájaros que cantan afuera. El aire tórrido de la calle entra filtrado por esas capas sucesivas que han inventado hace cientos de años personas que vivían en lugares mucho más cálidos que este. La penumbra es sumamente agradable e invita a la siesta y al descanso. La sensación en la piel es de un enorme confort, de una desidia deliciosa. La sensación en la mente es que todo puede esperar; que todo es tranquilo, que nada va a suceder que rompa esta quietud laxa y amplia. Es momento de disfrutar de lo que nos trae el verano: esa sensación de abandono que cantaba Gershwin en su Porggy and Bess (summer time and the living is easy). Un tiempo fácil, relajado, en el que todo se consiente, en el que los amantes se acercan a ...

"Hasta el cuarenta de mayo..."

Estamos a cuarenta de mayo. Durante ese mes no he podido escribir nada nuevo; circunstancias contrariadas que requerían toda mi atención y mis energías me han ido absorbiendo y no he tenido un momento tranquilo para sentarme delante del ordenador. Pero, como licencia, consideraré que esta entrada pertenece al mes de las flores, ya que como digo hoy es cuarenta de mayo. Pero seguimos sin quitarnos el sayo... Este invierno ha sido para mí uno de los más fríos que recuerdo. Probablemente no haya sido así; seguramente las temperaturas han estado dentro de la normalidad. Pero yo he pasado frío y tristeza de cielos grises. Frío en el trabajo, arropada por chaquetas gordas de punto que nunca creí que me pondría para ir a la oficina, envuelta en chales de lana que igual sirven para proteger el cuello que para echarse por los hombros con un ademán de abuela, dando una imagen a los ciudadanos de oficina de posguerra, de carencia, de cutrez. Y cielos grises, pesados y tristes que no nos ...

El derecho a la Felicidad

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La semana pasada vi una película en la tele que se me había quedado en la lista de las pendientes: "Feliz Navidad". Podría parecer que la habían programado fuera de temporada, pero no es así, a pesar del título. Recrea un hecho real: en la Nochebuena de 1914, en plena Primera Guerra Mundial, los soldados alemanes, británicos, franceses, que estaban en el frente, en las trincheras, muy cerca unos de otros, decidieron hacer un alto el fuego y celebrar juntos la fecha.  Pero la película no se queda en la anécdota: relata sin sentimentalismos el absurdo de que unos hombres que no tienen nada en contra de otros se vean en la obligación de matarlos porque así lo han decidido algunos que no están allí ni estarán, sino en habitaciones confortables desde las que dirigen los destinos de miles de personas que tienen sus propias vidas, preocupaciones y anhelos, y que los ven todos rotos por la contingencia de la guerra. En la película se contr...

Las edades del Hombre (y de la Mujer...)

Ver fotos es muy entretenido, pero también algo arriesgado. Si son modernas, la mayor parte de las veces no nos encontramos bien: el pelo, los ojos, el gesto, el tipo, siempre hay algo en ellas que no nos gusta. Nos decimos, "yo no soy esa, yo no soy así". Si son antiguas, y más si las vemos acompañados de alguien que no nos conoció en ese tiempo, corremos el riesgo de que no nos reconozcan: "Uy, pero si no pareces tú, qué jovencita". Es realmente difícil que nos hagan una foto con la que estemos agusto, conformes. Normalmente, porque la imagen que tenemos de nosotros es la nuestra, no la que da la cámara, ni siquiera la que se han construido los demás. Pero no es esto lo que quiero comentar hoy: el tema de la imagen propia es tan complicado que prefiero dejarlo para otro momento. No, hoy voy a hablar sobre la edad. La que tenemos en el presente, la que tuvimos en esas fotos que repasamos con cariño y a veces con sorpresa. Sobre todo, la que sentimos por dentro...

Los Pasos de la Primavera

Tiempo inestable de primavera. Así definía mi profesor de Geografía de Segundo los modelos meteorológicos que indicaban borrascas y lluvias en esta época en la que el jet stream está cambiando de posición respecto a la del invierno. Siempre nos decía que no existía mal tiempo ni buen tiempo, pues para cada persona lo bueno o lo malo podía ser distinto. Simplemente había tiempo inestable y tiempo estable. La verdad es que en nuestro clima la normalidad en esta época son las lluvias, seguidas a menudo por un sol picante que se asoma entre las nubes con una fuerza que presagia el verano. En esos episodios de tranquilidad tras el aguacero surge un cielo azul, brillante y vibrante, que lo invita a uno al paseo y a la alegría. Buscamos atentamente si en las ramas desnudas de los arbustos surgen yemas de las que saldrán nuevas hojas y flores. Y aspiramos con deleite el aroma de la tierra mojada y la hierba fresca. Es un privilegio estar tan cerca de la Naturaleza, pues así se...

Los funcionarios geniales

Soy funcionaria de un gran Ayuntamiento español. Decir esto hoy en día tiene muchas connotaciones negativas para los demás y para nosotros mismos. Para los demás, porque nos ven como unos privilegiados que en épocas de vacas flacas seguimos teniendo horarios y sueldos de otros tiempos (a pesar de los inmensos bocados que nos están pegando). Para nosotros, a causa de esos mismos bocados que trastocan nuestra arcádica monotonía laboral y hacen tambalearse las patas del enorme mastodonte que es la Administración. Lo soy, y nunca quise haberlo sido. Desde muy pequeña me horrorizaba el trabajo de oficina: me parecía gris y vulgar. En un principio mi intención era ser "escritora y periodista", y así se lo recitaba cursi a quien me preguntaba qué iba a ser de mayor. No sé si se lo creían...yo sí. Cuando llegó el momento de elegir, mi camino se truncó. No estudié periodismo, sino Historia Contemporánea. Me hubiera encantado dedicarme a la investigación, ser un ratón de bi...

A través de la ventana

Para nadie resulta agradable estar en un Hospital. Si es como enfermo, uno está deseando que le quiten los tubos y los botes y salir corriendo para casa donde poder comer algo razonable y dormir sin que una horda de enfermeras interrumpa su sueño cada dos por tres. Si lo que hacemos es acompañar y cuidar a un familiar, la tarea es agotadora, a veces (contradictoriamente) por lo inactiva. Cuando ya se han terminado todas las faenas matutinas y el paciente está tranquilo no hay mucho en qué entretenerse, salvo en darle conversación, pero quizá quiera dormir o esté desanimado o preocupado y no le apetezca hablar de nada. Entonces se generan enormes vacíos en los que el tiempo parece detenerse y uno espera la hora de la merienda como un gran acontecimiento. En esos momentos siempre nos queda el recurso de las ventanas. (Tengo que reconocer que desde muy pequeña ejercen sobre mí una enorme fascinación, y podría estar las horas muertas mirando a través de ellas cómo el mundo transcurre ...

Recogiendo los bártulos

Se acabó la Navidad. Estoy saturada de roscón con nata y con cierto cargo de conciencia y bastante fastidio por haber recuperado casi todos los kilos que milagrosamente había ido perdiendo durante el otoño. Pero también contenta, pues las fiestas han sido tranquilas y familiares y los Reyes como siempre han acertado. Y llega el día ocho, y hay que volver al trabajo. (El siete ha sido fiesta para todos, no solo para los niños; pero no he ido de rebajas como acostumbro...¿cuándo sacaré un rato para ir de compras, este año que no tenemos apenas días libres para emplear en nosotros mismos?) Parece que con los tiempos que corren fuera un delito o un agravio hacia aquellos que tienen la desgracia de estar en su casa a la fuerza; pero qué caramba, da una pereza tremenda volver a madrugar, llegar a la mesa y pensar "tengo que estar aquí sentada hasta las tres y media, organizando la documentación que entra, la que sale, revisando papeles e informes, colocando expedientes, pensando en cóm...