Dios iba de blanco (y no hablo de fútbol)

Otra vez Navidades. Parece mentira, pero ya hace más de un año que llevo escribiendo en este blog. Procuro hacerlo todos los meses, más que nada por no defraudar a los pocos seguidores que sé que estarán esperando una entrada nueva. Y también porque aquí puedo hacer los comentarios que normalmente haría en la cena con mi familia cuando hay algo que me preocupa o me llama la atención, pero de modo más pausado y reflexivo.
 
El caso es que un año más estamos pensando en la carta de los Reyes, esa que cuesta tanto escribir cuando se hace en nombre de los demás y hay que adivinar sus deseos; preparando la cena de Nochebuena, la que se cocina con más ilusión y ganas porque es la primera (luego ya va estando uno cansado de tanto cacharreo); sacando los discos de villancicos del maletero, y sobre todo esa cinta de casette en la que están todos las canciones de nuestra infancia con "monstruos" como Rafael antes de que le convirtieran en zombi en el anuncio de la lotería, Manolo Escobar, Victor Manuel...En fín, que ya estamos al lío.
Este año me pillan un poco a contrapié las Fiestas. En la familia ha habido una pérdida muy triste, faltará la presencia y el calor de una madre y su ausencia se hará notar entre mis seres queridos. Pero ello no impedirá (más bien al contrario) que el resto nos demostremos nuestro cariño y la voluntad tan fuerte de estar siempre unidos, felices o tristes.
 
Y precisamente ha sido estos días, volviendo del Tanatorio y aún no comenzadas las Fiestas oficialmente, cuando me encontré con Dios viajando en un coche blanco.
 
No era muy tarde, pero sí muy de noche. Iba conduciendo sola camino a casa, con Luis Miguel desgañitándose a cantar villancicos en la radio, que siempre acompaña mucho cuando no sabe una si va a encontrar el camino fácilmente. Pero en esta ocasión no me ayudó mucho...porque me perdí. Absolutamente. El caso es que sabía por dónde andaba, pero era incapaz de encontrar un desvío para coger el camino correcto. Y me asusté, porque no sabía muy bien qué hacer (cosa rara en mí, pero en ese momento estaba afectada por los sucesos vividos y bastante compungida, y no podía pensar con mucha claridad). El caso es que aparecí en una calle grande, adornada de Navidad, y al lado de lo que parecía un principio de línea de autobuses. Le hice gestos a un conductor que estaba allí parado dentro de su vehículo, pero en lugar de ayudarme se puso a insultarme. Por lo que se ve, me había metido en un carril de "sólo bus". Salí de allí como pude al centro de la vía, y ya con lágrimas en los ojos miré a mi izquierda y allí estaba: en un coche blanco, conduciendo, una mujer de mi edad, sola como yo. Bajé la ventanilla, la llamé y le pedí ayuda por favor. Y en ese momento, de verdad que sentí el Amor de Dios enjugar mis lágrimas y guiar mis pasos. Esta mujer que nunca (o nunca se sabe) llegará a leer lo que hoy escribo me indicó el camino, bajó del coche, volvió a subir porque se abría el semáforo y con su mano me fue señalando las desviaciones y las glorietas que tenía que atravesar. Le di las gracias mil veces con gestos y con palabras, y llorando pero ahora de gratitud, enfilé la calle abajo ya por terreno conocido, hasta desembocar en mi carretera de todos los días, la que conozco a ciegas, pero que en ese anochecer tan triste me parecía diferente, amenazadora, como si hasta llegar a casa no estuviera realmente a salvo.
Pero todo el camino fui pensando: tantas veces nos preguntamos dónde estará Dios, no encontramos su huella, todo nos parece sumido en la pena y la miseria...y de repente, en cualquier lugar y sin esperarlo, allí está; dentro del corazón de una persona desconocida, que nos compadece y nos ayuda sin preguntarnos nada y sin esperar nada. De alguien generoso que nos entrega su amor. Y en ese corazón, en ese amor del prójimo, es donde podemos ver a Dios; es donde esta Navidad ha nacido para recordarnos que hacer felices a los demás es muy fácil, que basta con que rompamos esa coraza negra que se nos va pegando al cuerpo día tras día a base de pequeños contratiempos, enfados, disgustos, desengaños...Está dura, durísima esa coraza, pero basta un gesto amable de una mujer conduciendo un coche blanco para que se resquebraje y nos inunde de nuevo el Amor con su luz limpia y cálida.
 
 
 
También dentro de mi casa el niño Jesús está este año "de blanco". Estamos de obras y no hay sitio para las figuritas. Me parecía muy triste no poder adornar la casa, pero a los chicos se les ocurrió que podíamos aprovechar que hay que pintar todo para dibujar el Belén en la pared. ¡Qué gusto da...! Ninguno lo habíamos hecho nunca (mis hijos y yo somos muy formales) y ha sido una experiencia estupenda, aunque muy laboriosa...eso sí, como todos los años ha habido "peleas" a la hora de "poner" las figuras; este año consistían en "quita, que yo pinto el cerdo", "no, tú vete haciendo los pastores", "retoca la cara de San José que parece japonés", "esa oveja parece la borregona del chiste", "vaya lavandera diminuta que has hecho, que ni se vé"...Solo faltó que apareciera mi marido y dijera como todos los años: "A ver, a ver, que lo primero que hay que poner son las luces..."
 
Lo que es seguro es que el lugar donde siempre nace el Niño en Navidad es en el corazón y la sonrisa tan blancos de mis hijos.

 

Comentarios

  1. hola Ana feliz año!!! Siento mucho que tu año haya finalizado con un triste perdida. Un besito y te animo a que sigas escribiendo.Laura

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    1. Hola, Laura, Feliz Año para ti y los tuyos. Y muchas gracias por seguirme: saber que estás ahí me anima a continuar.
      Muchos besos y que el 2014 te traiga todo lo que más desees.

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  2. Ana, has escrito el Christma de Navidad más bonito que he leído. Tu precioso agradecimiento a tu "ángel salvador" y la descripción de "tus navidades especiales" cubiertas de yeso (no deja de ser una metáfora de la blanca nieve, perdona por la comparación). Me he podido imaginar paso a paso cómo fue lo del Belén dibujado, porque te conozco y conozco a tus hijos y me hubiera encantado ver la escena por un agujerito; vosotros, tu familia, también sois una "regalito del cielo" para nosotros. Besos, FELIZ AÑO, y ¡qué se termine pronto la obra!

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    1. Muchas gracias por tus comentarios tan cariñosos, ¡es estupendo comprobar que además de una gran amiga, tengo una seguidora fiel! Ya que lo que escribo no se publica, por lo menos este rinconcito me da la satisfacción de que personas como tú me sigan, y les llegue lo que siento y lo que hago.
      En cuanto a la obra, empiezo a estar ya cansada...a ver si llega pronto la "inauguración".

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