Deseo fugaz
A finales de octubre, unos días antes de que cambiaran la hora, salí de casa a las siete y media, como todos los días, muerta de sueño y con los reflejos a cero. (Menos mal que mi coche se sabe el camino y va el solito hasta el trabajo, porque yo a esas horas soy incapaz.) Era de noche, el cielo estaba negro y a mi alrededor brillaban las luces de los coches que iban conmigo en caravana por el puente que da acceso a la autovía. Yo tenía la radio puesta, como siempre, no sé si con música o con noticias; a esas horas da todo un poco igual, lo importante es que haya voces que le espabilen a uno. Y mientras circulaba despacio por la parte más alta de la carretera, que luego desciende a la principal, vi un fulgor en el cielo, una línea brillante que acababa en un punto más brillante aún y luego se desvanecía.
¡Qué bien! Una estrella fugaz...no había visto ninguna hasta ahora. Me pareció rarísimo que a esas horas las estrellas estuvieran dándose una vuelta por el espacio, a una hora tan poco mágica y romántica como es el momento de ir a trabajar. Un momento totalmente prosaico. Por eso el contraste fue mayor, y me hizo muchísima ilusión.
Fui todo el camino pensando en ese acontecimiento inesperado que había inaugurado mi día de forma tan especial. De hecho, en una de las curvas vi que un objeto se abalanzaba sobre mi vehículo y yo pensé: "Dios mío! Ahora me va a caer encima un meteorito o un fragmento de la estrella que se acaba de morir..." Desde luego, no era nada de esto y ni siquiera hizo ruido al chocar contra el guardabarros delantero. Lo más probable es que fuera un papel en forma de bola que alguien cochinamente tiró desde la ventanilla. Pero el caso es que yo pensaba que algo extraordinario había sucedido en mi día a día tan poco original.
Y así estuve un tiempo hasta que la otra mañana, yendo en el coche con mi marido por el mismo camino, y ya con el cielo azul de la nueva hora otoñal, caí en la cuenta de que mi estrella no fue tal, sino una de esas estelas finitas que dejan los aviones en el cielo. La ciudad en que vivimos es una ruta aérea muy concurrida, y a esas horas de la mañana hay cantidad de ellos surcando las nubes. Con la luz del día pude darme cuenta de que una de esas líneas curvas blancas y centelleantes se había convertido por arte de la oscuridad en mi preciosa estrella fugaz.
De repente me quedé muy triste, porque después de vivir ese instante único yo había pensado que podían suceder cosas maravillosas, no porque la estrella fuese a concederme un deseo (que yo no pedí), sino porque cuando algo fantástico sucede es que puede suceder cualquier otra cosa inesperada e igualmente fabulosa. Ahora, ese círculo mágico se rompía. Las estelas de los aviones son absolutamente vulgares y cotidianas, y no traen consigo, es seguro, nada excepcional.
Así que me quedé bastante chafada. Eso tan importante que llevo un tiempo esperando no venía atado a la cola de la estrella.
Pero luego cambié de opinión. Y pensé que si para mí esa luz había sido una estrella, ¿por qué no iba a serlo? Y si mi ilusión hace que espere lo mejor, ¿por qué no ha de llegar? Si somos nosotros los que con nuestra esperanza llamamos a la puerta del destino que esconde el premio gordo, ¿por qué no vamos a seguir llamando con un alegre anhelo de que se abra por fin y nos lo muestre en todo su esplendor? ¿Por qué no mantener la fantasía de que una estela es una estrella? Mi buena estrella es la que yo todos los días me construyo con mi trabajo y mi alegría, con el amor de los que me rodean, y esa seguro, seguro, que traerá consigo lo mejor para mí.
Ana que sepas que lo he leído ya y como siempre me ha gustado mucho. Ahora a esperar al siguiente !!!!! un beso Laura (tu fisio) Por cierto espero que todo vaya bien!!!! y no seas rebelde con lo de mover cajas o muebless !!
ResponderEliminarNunca sabemos dónde está la magia. Yo me cansé de buscarla en sitios insospechados, hasta que me di cuenta que, la mayor parte de las veces, está muy cerca, casi nos roza en la pura cotidianeidad, la pena es que nos damos cuenta tarde, cuando ha pasado el tiempo. Tú, tuviste la suerte de transformar una estela de gas en una estrella fugaz y sólo por eso ya eres afortunada. Yo siempre he sido más empírica que tú, por eso se me escapa la "magia cotidiana" casi siempre, pero no pierdo la esperanza. Vaya discurso que te he metido, hoy estoy inspirada. Bueno, para finalizar, tenemos que decidirnos a quedar, y ésto no es una estrella fugaz!!!!
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