Quererse

El mes pasado fui a un concierto de polifonía programado con motivo de la Semana Santa. La hora era la más bonita posible, el atardecer: esa hora mágica en la que todo parece levitar y buscar lo sublime. El lugar, apropiado: una iglesia sencilla pero recogida y arreglada para el caso. La luz iba atenuándose y el sol poniente doraba las vidrieras del ábside. El lugar donde los cantantes construían su homenaje místico estaba remarcado por una fila de velas. Allí, sentada en el banco de madera, la música de Tomás Luis de Victoria me llevaba a otro lugar, más alto, más libre y puro. Y en esos momentos de exaltación me dejé arrastrar por la emoción total de las voces que se cruzaban como los hilos de un encaje y pensé, qué suerte tener la consciencia y la suerte de poder amar. De poder entregar y recibir amor.
Unos días antes había estado reflexionando sobre las personas que continuamente hablan con desprecio de aquellos que, se supone, forman parte de su vida porque en un momento determinado así lo decidieron. Pero ha pasado tiempo y ahora son una molestia, una piedra en el zapato, un estorbo. O así lo hacen ver a quienes les escuchan. Es posible que sea una pose, cierta manía de despreciar lo que se tiene. En algunos casos será realmente así; el amor se habrá acabado, ya no quedará nada de lo primero. Pero muchas veces es simplemente una forma de quejarse, sin reflexionar sinceramente sobre lo que se siente en realidad por la persona a la que se está minusvalorando, maltratando, con esa forma de referirse a ella. Seguramente, si el que se conduce así se viera de repente privado de la compañía de ese otro a quien critica no sabría qué hacer y se daría cuenta de cuánta parte de su vida está llenando esa persona a la que trata como un guiñapo.
Pero el problema es que desgraciadamente vivimos en un mundo en el que la gente no sabe quererse. Me refiero a querer a la persona que tiene al lado. Y aunque pueda resultar repetitiva, me apetece comentar este tema; porque ya hablé del amor como fuerza para vivir, pero ahora quiero hablar de la necesidad de saber amar.
Cuando una persona determina aceptar a otra como su pareja lo hace convencida de que le conviene, en el sentido más amplio de la palabra. Sus cualidades se ajustan a lo que espera de alguien con quien compartir la vida, y sus defectos (que siempre los hay) no son tan terribles como para que no merezca la pena soportarlos. (No estoy hablando de la pasión o el enamoramiento, eso es algo que se da por añadidura). Y así se comienza a construir un lazo, una complicidad que hace felices a las dos partes, porque uno encuentra en el otro su hogar, el sitio en que sentirse seguro, protegido, comprendido, apreciado, valorado, apoyado, acompañado. Pero el devenir de la pequeña historia personal es árido a menudo, complicado, ingrato. Hay muchas circunstancias que rodean esa unión que ha comenzado con todas las garantías posibles. Y la mayoría no son precisamente propicias para que dure y se haga sólida y fuerte. Hay muchos estímulos que distraen, muchas obligaciones que agotan, muchas preocupaciones que entristecen o enojan, mil temas en que dispersarse y que nos van alejando de aquel sentimiento inicial que nos movió hacia el otro. Y también intereses individuales, no compartidos, que tiran de cada uno hacia lados distintos. Probablemente al principio no nos demos cuenta; un día detrás de otro se posponen los encuentros, las conversaciones, las risas. Pensamos, ya llegará mañana y entonces podrá ser. Pero mañana se convierte en pasado, y pasado en casi nunca. Y de repente, ambos miembros de la pareja se dan cuenta de que el otro es un extraño, que lo que se compartía ha desaparecido. Ya no importa tanto como antes la otra persona. Ahora es un elemento indeseado que se ha colado en nuestra vida y que resulta molesto. Primero se le critica, a veces con crueldad; al final se le detesta. Y acaba la relación. Y llega la soledad. Porque el lugar donde encajaba nuestra vida ya no está.
Por eso pienso que aunque a veces sea difícil y duro hay que saber quererse. Recordar cada día lo bueno e intentar mejorar lo que no resulta del todo bien. Reflexionar sobre lo que nos ofrece el otro. A todos a veces nos gustaría revivir momentos pasados, una pasión ahora algo doméstica, la emoción de encontrarse en un andén. ¿Pero porqué no plantearse hacerlo con aquel que sabe qué necesitamos de verdad? Mirar a la otra persona a los ojos y buscar allí todo lo que vimos entonces. Probablemente haya cambiado, habrá cosas nuevas y otras ya no estarán. Pero antes de tirar ese amor a la basura, mejor comprobar si sigue siendo necesario, si nos sigue dando calor. Si podemos refugiarnos en ese hogar o si las paredes han volado y no queda nada.

Esta perorata, que más bien parece un sermón de misa, es el resultado de observar a mi alrededor a tantas personas que están solas, simplemente porque no supieron hacer el esfuerzo de seguir... qué triste me parece...y aunque muchas veces pienso egoístamente que me tiene que dar igual, que si yo tengo la suerte de vivir en compañía, los demás que vivan como quieran, no me resisto a convertir este blog (cuyo eco, por poco visitado, es por lo demás mínimo) en un altavoz de mis pensamientos y en un grano de arena minúsculo para que alguien en algún lugar se pare a pensar sobre sus sentimientos antes de darse por vencido.
Porque no hay nada más maravilloso en el mundo que sentirse querido y tener a alguien a quien querer.

Comentarios

  1. Has abordado un tema tan complicado que es difícil hacer un comentario. Desde luego que estoy de acuerdo contigo, sobre todo porque nuestras trayectorias vitales han seguido caminos bastante parecidos desde que nos conocimos en lo referente a la construcción familiar. Está claro que hay que luchar día a día y no tirar la toalla, es un esfuerzo, pero la batalla está ganada, eso seguro.
    Yo también siento los fracasos de personas de mi entorno y no me atrevo a juzgar su lucha; así como también sé que otros se rinden a la primera de cambio, nunca sabrán si mereció la pena ....
    Ah! el espíritu sublime del Padre Vitoria nos invadió realmente aquel atardecer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto que no conocemos las circunstancias de los demás. Este blog es simplemente un contenedor de opiniones: me encanta que no siempre estéis de acuerdo conmigo, así se contrastan pareceres y se crea discusión.
      Esperemos que el próximo concierto sea igual de inspirador...! :)

      Eliminar
  2. Que bien escrito y cuanta verdad hay en ello... Mirar a los ojos y buscar ese calor, me encanta prima.
    Sabes?? La hora más bonita posible, esa que tanto te gusta los fotógrafos la llaman la hora dorada... Luego también está la hora azul pero esa ya es un poco más tarde ;)
    Un beso Ana Mari... Tenemos pendiente vernos, no se me olvida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario y sobre todo por seguir ahí! en efecto, es un momento dulce y precioso ese del atardecer. No me extraña que me guste tanto, a mí que siempre me han encantado "los brillos"... :)
      Muchos besos!!!

      Eliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Ay, qué cruz! Me veo copiada continuamente (aunque los que me copian no lo saben...)si queréis, podéis leer el artículo de Rosa Montero en El País, "Viejos de la mano". Viene a decir lo mismo que yo. Pero lo hace en una tribuna mucho más amplia y de más repercusión. En fin, me alegra saber que al menos mis lectores son fantásticos, aunque sean pocos...! Seguiré en la brecha, lo prometo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Bueno!! No me puedo creer que lleve tanto tiempo sin leer tu blog y que hasta ahora no haya podido disfrutar de esta reflexión.
      Es bellísima en todos los sentidos: en la forma, en el contenido. Qué importante el contenido.
      Otras veces lo que escribes me parece divertido o entrañable o ingenioso... En esta ocasión, diría que es cierto, bello e importante. Uf, me sueno a filosofía griega ("la verdad")... ¿serán las horas a las que escribo, que con el cansancio ya me voy por las ramas? ¿O quizá que este portal de cuidadas reflexiones me da así como una capita de cultura?
      Próximamente leo más!!
      Buen aire de vida para ti y para todas(os)...
      P.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Los Pasos de la Primavera

¿Tristeza del bien ajeno o pudor del propio?

Alimentarse, comer y "la tontería"