Rellenos de ternura
La otra tarde iba andando por una calle muy pija de la ciudad en que vivo. La más pija, podríamos decir. Me gusta pasear por ella, porque sus escaparates están abarrotados de objetos preciosos que me llenan la vista y me hacen sentir bien, aunque no los compre; la mayoría están fuera de mi alcance...esa tarde en concreto sí había comprado algo, de una forma un tanto impulsiva, pero con mucha base de sentido práctico...(era algo que necesito y que me cautivó nada más verlo. Además, me lo podía permitir, así que la decisión fue rápida). El caso es que iba yo tan contenta con mi paquete, fijándome en todo lo que ocurría alrededor, como siempre: es algo que asombra mucho a mi hija, el que pueda pasar por un lugar y percatarme de todo: carteles, tiendas, indicadores, señales, gente...(eso me ayuda luego a orientarme y a localizar sitios de los que me hablan...) Y de repente, delante de mí aparecieron dos mujeres jóvenes (muy jóvenes), una de ellas empujando un carrito de be...