Retomo hoy la idea de actualizar las opiniones que hace tiempo fui desgranando en este modesto blog, que ya inicié hace días con un par de comentarios a entradas antiguas.
Y es que, efectivamente, "el paso del tiempo, la experiencia y los acontecimientos vividos pueden haber cambiado un poco (o un mucho...)" mi forma de pensar sobre las cuestiones que fueron surgiendo a lo largo de aquellos siete años. Siete años en los que escribir en esta recoleta y poco difundida página me ayudó a expresar todo lo que sentía y a crecer como persona. Luego, acontecimientos laborales y personales me tuvieron apartada del teclado; pero ahora, con algo más de tiempo e idéntica necesidad de encontrar un hueco donde ser yo misma, me lanzo de nuevo al "aire" para opinar de lo humano y lo divino.
Hoy, casualidades de la vida, pretendo hacer un inciso sobre el comentario que publiqué hace poco en la antigua entrada de LO AUTÉNTICO. ¡Y es que a veces la actualidad nos sigue! Escucho en la radio que, en consonancia con el Código Deontológico del Consejo Internacional de Museos (ICOM), los museos españoles van a retirar de sus salas los restos humanos, ya que "no son simples bienes culturales, sino restos de una persona fallecida que deben ser tratados con dignidad y respeto, además de tener en cuenta las creencias de las comunidades de origen a la que pertenecen". Sólo se mantendrán si son imprescindibles para impartir las enseñanzas que se reciban de su exposición, y no se puedan sustituir por otras piezas similares.