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Mostrando entradas de 2016

Cemento armado

Es la víspera de Nochebuena. Como cada año, estoy dedicada a la cocina para que mañana y pasado, Navidad, podamos disfrutar en familia de algo especial y hecho con cariño. Y hoy estoy muy emocionada porque más allá de las palabras huecas y los estereotipos estoy viendo y sintiendo mucho amor, que me acompaña en mi tarea. Me han enviado un video por wasap que me ha parecido sincero, lo que ya es mucho en estas fechas de clichés; y otro con el que he empezado riendo y he terminado llorando. No me gusta felicitar de este modo las fiestas si puedo evitarlo, pero recibir estas imágenes me ha encantado, pues además llegaban de dos personas que quiero y que sé que lo han hecho de corazón. Pensaba desde hace unos días escribir sobre algo que me llamó la atención, pero me daba un poco de miedo resultar cursi o que mis palabras fueran el típico tópico navideño. Como he comprobado que se puede hablar de cosas auténticas siendo auténtico, voy a intentarlo; os pido perdón si no lo consigo: podéi...

Un café en el ascensor

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Las personas somos animales de costumbres; y si no lo somos, nos lo hacen ser los trabajos o las obligaciones, con sus horarios fijos y sistemáticos. Así que no es nada extraño que casi todas las mañanas me encuentre en el ascensor de casa con la misma gente. Claro, todos tenemos la hora ya cogida...(yo, la verdad, soy muy anárquica hasta en eso, y siempre varío minutos arriba o abajo; desde luego, conmigo no podrían poner los relojes en hora, como hacían con Kant cuando salía a pasear...se volverían locos!) El caso es que desde hace unas semanas coincido con una mujer joven con aspecto agradable y risueño, que aunque no me dice nada más que "hola" me cae bien. El viernes pasado entramos en el ascensor mi hijo y yo, y como otras veces allí estaba ella. Pero tras el saludo de rigor, me fijé en que llevaba un vaso en la mano, con café con leche; un vaso grande de cristal, no de esos neoyorkinos tan modernos, sino el vaso de su menaje que había llenado con su café con lec...

Mujeres que escriben

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Hoy es el día de la mujer escritora. La Biblioteca Nacional de España (BNE), la Federación Española de Mujeres Directivas (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas para la igualdad de género en la cultura han decidido que se celebre siempre, a partir de este año, el primer lunes después del quince de octubre, día dedicado a Santa Teresa de Jesús. Qué bien escogida está la fecha, y qué grandísimo ejemplo en el que mirarse. Una mujer completa; escritora además de muchas otras cosas. Una mujer que escribió. Y para sumarme a la idea quiero yo homenajear aquí también, no a las escritoras más o menos famosas, antiguas y modernas, que desde luego merecen más visibilidad y reconocimiento universal, y tantos premios de categoría como sus colegas masculinos; sino a todas las mujeres que simplemente escriben. Que han sido y son, a lo largo de los tiempos, la mayoría. Creo sinceramente que las mujeres hemos estado siempre muy cerca del lápiz y el papel, de...

Ser y estar.

Ha pasado por mi vida un maravilloso verano en el que he podido disfrutar de nuevo de la alegría de estar con mi gente, de hacer cosas nada prácticas pero muy gratificantes, de dejar pasar el tiempo y dedicarme ratos exclusivos. Y todo este tiempo tenía una tarea pendiente: despedirme de este blog. La última vez que escribí aquí, hace meses, decidí no volver a hacerlo. Cerrar esta página y quizá abrir otra; crear otro escenario, otra palestra donde poder seguir expresándome a mis anchas. Pero no encontraba ni el momento ni el modo. Pedí consejo para refundar este espacio pero me dijeron que los blogs ya no están de moda, que nadie los mira, y lo que ahora se lleva, YouTube, no es un lugar adecuado para estas charlas tan particulares. ¿Charlas? En realidad monólogos, me decía yo, puesto que ya nadie me lee, ni siquiera mis incondicionales. Se han aburrido, no les interesa lo que cuento. En definitiva, lo dejo. Y así estaba, esperando el momento de decir adiós, cuando de ...

Comprar la bicicleta

En el garaje de mi casa hay dos bicicletas. Una fue un regalo de Reyes, y se ha usado razonablemente. La otra fue un premio de fin de curso, y se está usando muy poco. Pero aunque no se utilizara en absoluto, la causa por la que se compró era y es tan importante que lo doy por bien empleado.   Cuando un niño comienza su andadura en este mundo tiene dos opciones: hacer las cosas bien o hacerlas mal. Por una u otra razón, algunos eligen la primera de manera natural. Son personitas responsables, buenas, aplicadas, a los que ponen de modelo en su colegio y todo el mundo quiere. Durante los largos años de la infancia esto es suficiente para seguir actuando de esa manera: sentir el cariño de los que lo rodean y la aprobación de todos es un motivo válido para él, y además no ha conocido todavía la abismal diferencia entre los "chicos malos" y los buenos.  Pero cuando crece y entra en la adolescencia la cosa cambia. Los padres se empeñan en premiar a los est...

¿Tristeza del bien ajeno o pudor del propio?

Hace unos meses que, afortunadamente, en mi familia todo son buenas noticias. Y yo, que soy una persona por naturaleza expansiva y comunicativa, me lanzo a contárselas a mi círculo más íntimo, suponiendo que se van a alegrar conmigo. Así es en la mayoría de los casos, pero sin embargo he observado reacciones que me mueven a reflexionar ahora sobre cómo nos enfrentamos a las cosas o acontecimientos positivos que suceden a nuestro alrededor. Siempre se ha dicho que España es el país de la envidia; ese es, o parece ser, nuestro pecado capital. No sé si es cierto, pero la verdad es que la he visto crecer en numerosas ocasiones y he sido testigo del mal que puede causar. La RAE define este defecto como “tristeza del bien ajeno”, y me parece una definición absolutamente precisa. Lo que produce en los envidiosos ver que los demás tienen lo que a ellos les falta es tristeza. No coraje, ni siquiera desesperación, sino una tristeza amarga que reconcome y no deja ser feliz. Muchas veces...

Cuéntame...si eran así.

Veo poquísima televisión. Las series de las cadenas comerciales me suelen parecer zafias y sin contenido. Los programas de actualidad, un griterío insoportable. Los documentales, repetitivos y aburridos. Al final queda poco: alguna película que pillo por casualidad en esas cadenas minoritarias que casi nadie sintoniza o alguna serie de las cadenas públicas, hechas con un poco más de rigor y de cuidado. En estas últimas, además, existe la ventaja de que no molestan los anuncios...(Aún así, por mi obsesión de estar al día, procuro enterarme de todo lo que se puede ver; de lo que está en el candelero y la gente comenta en el trabajo; y a veces lo pesco de refilón para darme una idea y no parecer extraterrestre cuando surja la conversación.)   Sin embargo, soy fiel a algunas series, lo que no significa necesariamente que sean buenas; simplemente, me da pereza dejar de verlas. Un ejemplo es "Cuéntame". Cuando comenzó me hacía mucha ilusión ver mi vida reflejad...

Belleza, Orden y Revolución.

Aquí de nuevo, otra vez tras un montón de tiempo sin hablar de nada. Como siga así, los pocos "fieles" que tiene este blog van a desaparecer, creyendo que ya no quiero compartir con nadie mis pensamientos...a los que persisten, mi agradecimiento; a los que están a punto de marcharse, les ruego que permanezcan, que sean pacientes, porque no me olvido de ninguno. ¡Aquí está la prueba!   Ya he comentado en otras ocasiones que no me gusta hablar de actualidad, sino de cosas que permanecen, al margen de modas o circunstancias. Una vez contravine mi regla, y hoy lo voy a hacer de nuevo en parte, aunque para reflexionar más allá de lo momentáneo.   Estamos viendo desde hace un tiempo que ciertas personas con determinada responsabilidad pública insisten en aparecer ante los medios con una estética muy distinta de la que hasta ahora era la "normal" en determinadas situaciones muy marcadas por unas normas protocolarias o de etiqueta. Lo hacen al desgaire, intenta...