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lunes, 17 de octubre de 2016

Mujeres que escriben

Hoy es el día de la mujer escritora. La Biblioteca Nacional de España (BNE), la Federación Española de Mujeres Directivas (FEDEPE) y la Asociación Clásicas y Modernas para la igualdad de género en la cultura han decidido que se celebre siempre, a partir de este año, el primer lunes después del quince de octubre, día dedicado a Santa Teresa de Jesús. Qué bien escogida está la fecha, y qué grandísimo ejemplo en el que mirarse. Una mujer completa; escritora además de muchas otras cosas. Una mujer que escribió.
Y para sumarme a la idea quiero yo homenajear aquí también, no a las escritoras más o menos famosas, antiguas y modernas, que desde luego merecen más visibilidad y reconocimiento universal, y tantos premios de categoría como sus colegas masculinos; sino a todas las mujeres que simplemente escriben. Que han sido y son, a lo largo de los tiempos, la mayoría.
Creo sinceramente que las mujeres hemos estado siempre muy cerca del lápiz y el papel, de las letras, posiblemente porque no se nos daba una forma mejor o más pública de expresarnos, y escribir siempre ha sido una vía de escape para hacer fluir los sentimientos, las ideas, las reflexiones. Además, es una actividad pausada, de introspección y recogimiento, características que siempre se han atribuido al mundo femenino, supuestamente más hogareño y menos dinámico que el masculino, más expansivo y extrovertido. Así, la mayoría de las mujeres de todos los tiempos han plasmado en el papel lo que pensaban, lo que fabricaban o lo que sentían; mientras que los hombres en general se dedicaban a hacer la guerra, conquistar países, cazar...(me refiero, claro, a siglos pasados, en los que la mujer aún tenía reservado un papel doméstico). Por supuesto que había escritores maravillosos, pero eran unos pocos entre una enorme población masculina. En cambio, casi todas las mujeres que sabían hacerlo escribían, aunque prácticamente ninguna era conocida por su actividad literaria.
Nos encontramos así con una paradoja como la de los cocineros y cocineras, sastres y modistas, profesiones en las que los que brillan son unos cuantos hombres, mientras que casi todas las mujeres realizan esas tareas en sus casas pero muy pocas son reconocidas por ello.
¿Y qué escriben las mujeres?
Cartas. Escriben a sus hijos y maridos en la guerra, a sus amantes, a sus amigas, a sus madres o hermanas. En ellas reflejan su miedo, su añoranza, su pasión, o comentan la vida diaria, los cotilleos de su entorno, sus problemas familiares.
Recetas. Desde los libros de conjuros de las brujas, pasando por los consejos de belleza o de organización doméstica, hasta las maravillosas recetas de la Marquesa de Parabere (un auténtico tratado de sociología del siglo XX),
Diarios. ¿A qué niña pequeña no le han regalado uno? Es algo que siempre se hizo y siempre se hará. Es la versión casera de la consulta del psicólogo.
Listas. Hace poco leí en la revista Jot Down un artículo sobre el irresistible deseo de hacer listas, y cómo se pueden convertir en auténtica literatura. ¿Qué mujer no hace listas? La de la compra, la de las tareas pendientes, listas de invitados, listas de artículos domésticos que hay que reponer, listas de libros de las estanterías, listas de deseos inconfesables...!
Cuadernos de viaje. En el momento en que las mujeres comienzan a salir de su casa, aparecen los libros de viajes escritos por ellas. Cómo nos gusta detallar en el papel todo lo que vamos viendo, nuestras impresiones, nuestras anécdotas...!
Canciones. Con humor y alegría, con sentimiento, las mujeres inventan letras para una música pegadiza de fiesta, o para una tonada triste de despedida...
Cuentos. Estos muchas veces son transmitidos por la tradición oral, pero seguro que muchas mujeres los han escrito para sus hijos, para que no se perdieran con los años en el olvido...y se han inventado otras historias, o han cambiado las antiguas, escribiendo en el aire con su voz y sus gestos. 
Oraciones. Plegarias a los Santos, a la Virgen, pequeñas poesías surgidas del corazón y entregadas con la fe del que espera consuelo u ofrece su agradecimiento.
No es cualquier cosa la suma literaria de todos estos ejemplos. ¿Las autoras que los han creado son simplemente mujeres que escriben? Yo las llamaría con toda propiedad escritoras.
Incluso me atrevo a decir que muchas de ellas, si hubieran tenido apoyo, promoción, publicidad, se habrían convertido en famosas literatas, como los hombres de su época. E incluso más, estoy segura de que muchas mujeres desconocidas que hoy en día escriben para ellas o para su entorno son tan buenas escritoras como otras cuyas obras se venden como churros en las estanterías de los grandes almacenes.
Por eso, yo quiero hacer un homenaje hoy a las mujeres que escriben. Porque si aún las escritoras conocidas tienen menos oportunidades que los hombres, qué será de aquellas que lo hacen sin que nadie lo sepa.
Y por supuesto, aunque resulte vanidosa, también estoy hablando de mí. Siempre quise ser escritora, y a estas alturas de la vida me considero como tal, porque la escritura forma parte de mi vida. Aunque no haya publicado nunca nada. Sólo este blog, pero ya es mucho.

sábado, 1 de octubre de 2016

Ser y estar.

Ha pasado por mi vida un maravilloso verano en el que he podido disfrutar de nuevo de la alegría de estar con mi gente, de hacer cosas nada prácticas pero muy gratificantes, de dejar pasar el tiempo y dedicarme ratos exclusivos. Y todo este tiempo tenía una tarea pendiente: despedirme de este blog.
La última vez que escribí aquí, hace meses, decidí no volver a hacerlo. Cerrar esta página y quizá abrir otra; crear otro escenario, otra palestra donde poder seguir expresándome a mis anchas. Pero no encontraba ni el momento ni el modo.
Pedí consejo para refundar este espacio pero me dijeron que los blogs ya no están de moda, que nadie los mira, y lo que ahora se lleva, YouTube, no es un lugar adecuado para estas charlas tan particulares. ¿Charlas? En realidad monólogos, me decía yo, puesto que ya nadie me lee, ni siquiera mis incondicionales. Se han aburrido, no les interesa lo que cuento. En definitiva, lo dejo.
Y así estaba, esperando el momento de decir adiós, cuando de repente encuentro en el móvil tres avisos de mensajes en mi cuenta. Y con enorme alegría veo que son tres comentarios en mi ruinoso y viejo espacio. De dos amigas. Y por ellas vengo otra vez y comienzo a escribir. Porque me animan a seguir. Porque me siento escuchada. Porque me dan respuesta. Porque no se merecen que las abandone. Porque son y están.
 
Pero ellas dos me van a perdonar, porque este espacio de hoy quiero dedicárselo a otra amiga, que también me es fiel aunque no ponga comentarios, que una vez me dijo que leer lo que escribo aquí le da paz, y que está pasando por momentos muy difíciles. No sé si leerá esto ahora o si quizá no lo hará en mucho tiempo; da igual, cuando lo haga quiero que sepa que igual que ella es y está, yo también seré y estaré siempre a su lado. Y que aunque a veces esté a punto de rendirse, de tirar la toalla por la desesperación, habrá un aliento, el mío, que le dirá sigue, continúa, todo es posible, no pierdas la esperanza. Lucha, lucha por lo que quieres. No pienses en el resultado, piensa en lo que estás caminando, construyendo. Piensa en que hoy ha comenzado un día más. Vívelo hoy, no esperes a lo que llegará mañana. Te han concedido la Gracia de estar hoy aquí. Se fuerte y agárrate a cada amanecer. Cada día que salga el sol será un día ganado a la tristeza, a la desesperanza. Cada día que salga el sol será un regalo. Cada día que salga el sol yo estaré pensando en vosotros y deseando con todas mis fuerzas que podamos ver juntos muchos, muchos, muchos amaneceres más.
Y quizá, hacer juntos ese viaje por Canadá.
 

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